El pasado martes 14 de junio, Ángela Hernández Benito (Bogajo, Salamanca, 1949) se dejó ir definitivamente.
La emérita directora de la Casa de Zorrilla, profunda conocedora y valedora de la vida y la obra del autor de Don Juan Tenorio, prolífica escritora (novela, poesía, cuento, teatro, ensayo, biografía…); y pieza imprescindible en el complejo y variopinto mundo de la cultura vallisoletana de las últimas décadas ha dejado huérfana de “madre” a la gran familia que ella misma reunió en torno a la Casa –su Casa-, desde que en 2007 su tesón y empeño consiguieran que el Ayuntamiento de Valladolid se embarcara en la restauración y reapertura de la Casa-Museo de José Zorrilla. Para entonces, Ángela ya había enterrado en ella casi dos anónimas décadas de trabajo ingrato y silencioso, decidida a mantener vivo el rescoldo del brillo zorrillesco hasta que llegara el momento de avivarlo de nuevo.
En la Casa –su Casa– se llora su partida, con desconsuelo; pero, poco a poco, también comienzan a aflorar sonrisas que nacen de los mil y un recuerdos, vivencias, anécdotas, proyectos y éxitos protagonizados por ella. Sonrisas que destilan en nosotros una profunda gratitud, al reconocernos beneficiados por la generosa actitud de Ángela; su capacidad de servicio; su talante conciliador; su empatía ilimitada; su lealtad siempre cómplice; y, sobre todo, su paciencia.
En la Casa -su Casa- nos sentimos profundamente afortunados por haber compartido con ella parte de su intenso paso por la vida (…a diario más “perra” que la de mismísima Juanita Narboni).
A buen seguro, don Narciso Alonso Cortés, el señor Ángel Vázquez y el propio José Zorrilla, la habrán recibido en el cielo de los poetas con los brazos abiertos.
Descansa al fin, querida Ángela. LA CASA DE ZORRILLA.