1.- El 21 de febrero de 2017, se cumplieron 200 años del nacimiento de José Zorrilla en la calle de la Ceniza (hoy calle de Fray Luis de Granada). Aquel niño nació sietemesino y hubo de ser bautizado de urgencia con el ‘agua de socorro’, bajo la alarmada mirada de sus padres, don José y doña Nicomedes; su tío canónigo, Zoilo Moral; y las sirvientas Bibiana y Dorotea. La leyenda dice que, cuando se produjo el feliz alumbramiento, un pájaro de vistoso plumaje se posó en las tapias del jardín de la casa familiar, como queriendo anunciar que el recién nacido llegaba no con un pan sino con una lira bajo el brazo.
2.- José Zorrilla vivió en la casa de la vallisoletana calle de la Ceniza hasta los ocho años. De aquel tiempo son las anécdotas sobre sus tempranas alucinaciones. La primera, la del fantasma de su abuela paterna, doña Nicolasa, fallecida antes de que él naciese; que se le apareció en el cuarto de huéspedes a la edad de cinco años. La segunda, la del diablo de san Miguel sobre la grupa del caballo de san Martín, galopando frente al domicilio familiar. Hacia 1825, la familia Zorrilla se mudó a una casa en la corredera de San Pablo (hoy Angustias), pero no tardaría en abandonar definitivamente la ciudad.
3.- Tras una breve estancia en Burgos y en Sevilla, la familia Zorrilla Moral se instaló en Madrid, donde don José Zorrilla Caballero, protegido de Calomarde, ejercería como superintendente de Policía del reino. Nuestro poeta tenía 9 años y su padre lo matriculó en el Seminario de Nobles que regentaban los jesuitas, donde recibiría una exquisita educación. Durante aquellos años, Zorrilla se interesó fundamentalmente por la literatura, la oratoria y el dibujo; entró en contacto con el teatro aficionado y se entregó a todo tipo de lecturas: Chateaubriand, Walter Scott, Fenimore Cooper…; y también escribió sus primeros versos.
4.- Con 15 años, Zorrilla fue enviado por su padre a estudiar leyes en la Real Universidad de Toledo, encomendando a un pariente suyo, residente allí, que lo vigilase. El joven Zorrilla no tardó en dar muestras de su poco interés por el derecho y del magnetismo que la poesía ejercía sobre él. Era 1833, el año en que fallecería Fernando VII y en el que, por eso mismo, la situación del padre de nuestro poeta –absolutista declarado– se complicaría bastante. A pesar de todo, don José siguió intentando mantener el control sobre la formación y el futuro de su hijo y, aunque él hubo de instalarse desterrado en Lerma, lo hizo después de gestionar el ingreso de Zorrilla en la Universidad de Valladolid para que aquí continuase sus estudios de leyes, vigilado estrechamente por el mismísimo rector de la institución: Manuel Joaquín Tarancón y Morón.
5.- Entre 1834 y 1836, de los 17 a los 19 años, José Zorrilla fue alumno de Leyes en la Universidad de Valladolid. Con su padre ‘desterrado’ en Lerma, tras el fallecimiento de Fernando VII, Zorrilla pasó en dicha localidad sus periodos vacacionales de esta etapa de su vida; y fue en ese tiempo cuando vivió sus primeras historias de amor: con su prima Gumis, a quien conoció en el pueblo de su madre, Arroyo de Muñó, también burgalés; y con la lermeña Catalina Benito Reoyo, de quien se enamoraría en el verano de 1835. En Lerma entablaría, además, dos importantes amistades: con Segundo Valpuesta, condiscípulo y cómplice en la Universidad pinciana; y con Paco Vallejo, corregidor de la localidad, a quien dedicaría en 1844 la obra Don Juan Tenorio.