El Instituto Castellano y Leonés de la Lengua ha anunciado este miércoles, 13 de febrero de 2019, en la Casa de Zorrilla (Valladolid) los diez finalistas del “XVII Premio de la Crítica de Castilla y León” en un acto que ha contado con la presencia de la directora general de Políticas Culturales de la Junta de Castilla y León,Mar Sancho, la concejala de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Valladolid, Ana Redondo, el escritor y periodista Carlos Aganzo, como copresidente del jurado del “Premio de la Crítica” y el
director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, Gonzalo Santonja.
Relación de libros finalistas
Luis Díaz Viana, Todas nuestras víctimas (Difácil/Páramo)
Segunda novela del antropólogo Luis Díaz Viana, la segunda también de la trilogía ‘Los mundos destruidos’, cuya trama se extiende desde los atentados del 11 de marzo de 2004 hasta la guerra civil y sus consecuencias. Obra coral, el autor vertebra a través de sus páginas una reflexión sobre la memoria colectiva en consonancia con sus trabajos de investigación (en especial con ‘Narración y memoria’), y lo hace con validez literaria, logrando un relato fragmentario que va de lo narrativo y lo lírico a lo reflexivo con originalidad en la estructura y audacia conceptual. Obra novedosa y sugerente.
Elvira Sastre, Aquella orilla nuestra (Alfaguara)
Poeta y traductora literaria del inglés, la segoviana Elvira Sastre, de trayectoria fulgurante y con miles de seguidores en las redes sociales, aúna en Aquella orilla nuestra delicadeza e intensidad. En comunión con las ilustraciones de Emba, entre ambas construyen un libro emotivo y distinto, en el que a flor de palabra crecen juntas, intensificándose mutuamente, espontaneidad y hondura, alianza fecunda pero sumamente difícil. Influencer que brilla en el mundo plural de la literatura española, tan seguida en España como en Argentina o México, Sastre revela en esta obra sus sentimientos íntimos.
Enrique Llamas, Los Caín (Alianza)
Formado en nuestra mejor tradición narrativa, formado en ella y continuándola, el zamorano Enrique Llamas levanta un espacio simbólico, el pueblo de Somino, aislado y perdido en el tedio del tiempo detenido del franquismo y cerrado sobre sí mismo, con los odios enquistados bajo la ley del silencio y la huida como única posibilidad. Novela felizmente marcada por la Ana María Matute de ‘Los Abel’ y por Miguel Delibes, pero también por David Lynch, director de cine cuyas películas descubren la urdimbre oscura de las pequeñas comunidades norteamericanas, supone la ópera prima de un autor a seguir.
César Pérez Gellida, Todo lo mejor (Suma de Letras)
Con el bagaje de ocho novelas negras de éxito que le ha otorgado un puesto de privilegio en el panorama de la narrativa actual, Pérez Gellida da un paso adelante, quizás decisivo y sin duda importante, con Todo lo mejor, relato de intriga cuya acción transcurre en Berlín durante el período más gélido de la guerra fría y en el que intensifica su reconocida capacidad para crear atmósferas de misterios e incertidumbre con una escritura eficaz y envolvente, al servicio de la historia y sobre todo a favor del lector. Los adictos al género negro, aquí tienen una novela para afirmarse; y quienes no lo sean, para iniciarse en él con satisfacción.
Tomás Sánchez Santiago, Años de mayor cuantía (Eolas)
Ganador con esta novela de la cuadragésima convocatoria del Premio Tigre Juan, galardón de prestigio, Tomás Sánchez Santiago traza en ella, como señaló el jurado que se lo concedió, “una suerte de autobiografía sentimental que también se configura como una pequeña historia de la política de España”, centrada en esos sucesos menores que, moldeando su identidad, fijan la imagen y la urdimbre de un mundo en proceso de desaparición. “Yo sé quién soy”, proclamó don Quijote al comienzo de sus aventuras, y mutatis mutandi, el quien soy de toda una generación, una cultura y un mundo constituye la clave de esta obra.
Gustavo Martín Garzo, La ofrenda (Galaxia Gutenberg)
Autor de referencia en la literatura española, Martín Garzo se ratifica con esta novela en una madurez admirable, fiel a su modo y a sus voces creativas, contador de historias e indagador de vivencias, emociones y sentimientos, sin parangón a la hora de sostener tensiones teñidas de misterio que nunca acaban de resolverse, ni siquiera al final, porque en el fondo de sus personajes –como en la vida misma- siempre laten preguntas a la espera de respuesta y su yo narrativo del presente se mantiene en diálogo con los sucesivos yo del pasado. Con dominio pleno del relato, cuando la novela termina en el lector empieza la búsqueda.
Alejandro Cuevas, Mariluz y el largo etcétera (Difácil)
Alejandro Cuevas, narrador y cuentista, tiene una capacidad verdaderamente excepcional para reflejar la vida en un espejo, no precisamente stendhaliano, cuarteado de guiños irónicos y, en ocasiones, sarcásticos, pero siempre con brillo imaginativo, fuste literario y esplendor verbal. Desde una perspectiva de escorzos, sus relatos –en esta ocasión dieciocho- avanzan de sorpresa en sorpresa, unas veces resueltos en melancolía pero otros fundidos en negro: en el negro, entiéndase, de las palabras selladas a flor de labios. A cualquier lector se le hará tentadora esta Mariluz y sabrosos sus largos etcéteras.
José Luis Alonso de Santos, El vuelo de las palomas (Fundación Jorge Guillén)
“Yo me sucedo a mí mismo”, escribió Lope de Vega, en autodefinición acabada. Y así pasa con José Luis Alonso de Santos, hombre de teatro en la más amplia acepción del término: autor, director y gestor siempre en maestro, con obras en su haber que alientan en el imaginario común de nuestra época, desde La estanquera de Vallecas o Bajarse al moro hasta Pares y Nines o La Semana cultural. Como marca intransferible, Alonso hace brotar una risa que al cabo provoca unas extrañezas y unos asombros que, con verdad escénica, responden a un planteamiento crítico y llevan a la reflexión. El vuelo de las palomas será de muy largo aliento.
Asunción Escribano, Salmos de la lluvia (Vaso Roto)
Los salmos de la lluvia, la balada de los asombros o el canto a pesar de las tinieblas. O sea, la celebración de la vida, del hecho prodigioso de existir, en comunión el yo poético con la naturaleza, con el cosmos, con la luz y con la noche, convirtiendo los versos en plegarias de agradecimiento y vinculación jubilosa. Libro medido que, sobre las tensiones y los desasosiegos de nuestra época, indaga y encuentra una fusión armónica y alegre con el mundo a partir del sentimiento, asumido como certeza, de que el ser humano está en sintonía con la totalidad de lo creado. Salmos de palabra limpia, fervorosa y hasta de aliento sagrado contra todas las intemperies.
Reyes Mate, El tiempo tribunal de la historia (Trotta)
En plena apoteosis del corta/pega y contra la corriente del decir incesante de tantos y tan ruidosos opinadores a la gugletta, fiel al compromiso con la verdad, Reyes ha escrito un libro que incita y hasta que obliga a pensar al enfrentar con rigor y también con crudeza, sin concesiones intelectuales, el problema de las víctimas. Este planteamiento va mucho más allá de la institucionalización de dramas tan absolutos como el del Holocausto, tematizado y hasta musealizado, pero no asumido, porque no ha marcado un antes y un después tajantes en el sistema de valores, en la política y el modo de pensar que lo determinaron. ¿Seguimos siendo los mismos?