Hallábase Domingo Faustino Sarmiento (autodidacta, escritor y a la sazón presidente de Argentina entre 1868-1874) visitando un “patio de plantas vistosas y de loro muy tieso en su percha”, y díjole al llegar, a la dueña de la casa: “Buen día, buen día”. A lo que el loro allí presente, contestó, como corrigiéndole: “Buenos días”. Y, a su vez, la señora apostilló: “Es que es un loro provinciano de ley, mientras Ud., mi don Domingo, se está aporteñando mucho y ya hasta quiere hablar viciado”.
Así de arraigado, genuino y popular es en español, el saludar en plural a cualquier hora: buenos días, buenas tardes, buenas noches… La cosa no es nueva como vemos, ni siquiera para los loros del XIX…. De hecho, en el veterano Diccionario de autoridades (1737), la primitiva RAE afirmaba que “buenos días” es la «corriente y común salutación, con que al que se saluda se le da a entender el deseo de que tenga aquel y otros con felicidades y gustos».