José Luis Hernando Arce nos cuenta cómo conoció a Delibes

Acababa de aterrizar en Valladolid, era el año 2000, procedente de […] Aranda de Duero, por motivos de trabajo […]. Soy funcionario y mi trabajo consistía en resolver los problemas con la Seguridad Social, del numeroso público que acudía […] a la calle Gamazo. Un día, casualmente, se sentó en mi mesa D. Miguel Delibes y tratamos de sus asuntos particulares relacionados con su pensión… Lo mejor vino después.

Resueltas ya las dudas y realizadas las gestiones pertinentes, no pude contener lo que llevaba dentro desde que estuvo conmigo y le dije lo siguiente: “D. Miguel, soy un asiduo lector y usted es uno de mis ídolos, comprándole casi todos los libros que le han editado. ¿Le importaría que un día le trajese algún ejemplar y me lo dedicase?”. Me respondió que no le importaba, en absoluto, que le llevase los ejemplares que quisiera a su domicilio particular y que estaba encantado de las gestiones que le realicé.

 

[…] Estuve todo el día como flotando y al día siguiente me acerqué a su domicilio llevándole solamente cuatro ejemplares para no cargarle demasiado: Las ratas, El disputado voto del Sr. Cayo, La sombra del ciprés es alargada y la edición facsímil de El camino.

 

Al día siguiente me llamó, que ya los tenía firmados con dedicatorias en todos tanto a mi mujer como a mí. Lo mejor fue cuando llamé a la puerta y me recibió invitándome a entrar, comentándome, entre otras cosas, que había hecho una buena elección al llevarle esos libros a firmar pues coincidía conmigo que eran de los que más orgulloso se sentía y le gustaban. Nos despedimos con un fuerte apretón de manos… y con la admiración que siempre profesaré hacia una persona/escritor a la que los castellanos tenemos que estarle SIEMPRE agradecidos.



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