La azarosa vida de José Zorrilla en 52 ‘refrescos’ (IV)

16.- En 1844, el contrato de Zorrilla con el Teatro de la Cruz de Madrid seguía en vigor. A comienzos de año el empresario Juan Lombía comenzó a urgir a nuestro poeta para que le entregase el primer texto de la temporada, para poder ponerlo en escena a finales del invierno. Zorrilla apuró plazos y, finalmente, compuso un drama en apenas 21 días, que fue estrenado, sin mucho éxito de público y crítica, el día 28 de marzo. Su título: ‘Don Juan Tenorio’. ¿Les suena?

17.- 1845. José Zorrilla tenía 28 años y su producción literaria se encontraba en un punto vertiginoso. Había visto estrenadas ya: ‘Lealtad de una mujer y aventuras de una noche’; ‘El zapatero y el rey’, ‘Apoteosis de don Pedro Calderón de la Barca’; ‘El eco del torrente’; ‘Los dos virreyes’; ‘Un año y un día’; ‘Sancho García’; ‘El puñal del godo’; ‘Sofronia’ –estas dos últimas el mismo día–; ‘El molino de Guadalajara’; ‘El caballo del rey don Sancho’; ‘Don Juan Tenorio’; y ‘La copa de marfil’; además de haber publicado varios libros de poemas y varios volúmenes de comedias y leyendas. Este año de 1845, Zorrilla estrenaría otras dos obras de teatro: ‘Más vale llegar a tiempo que rondar un año’; y ‘El alcalde Ronquillo o El diablo en Valladolid’. Pero sus seis años de triste matrimonio con Florentina O´Reilly comenzaban a pesarle demasiado y, además, la presión de su padre – recién regresado del exilio– volvió a serle más cercana. Su primera huida hacia adelante estaba servida. Destino, Francia.

18.- París ofreció, a nuestro querido poeta, sus dos caras: «es el manicomio de los ingenios y el paraíso de los tontos». Tras dos meses en el paraíso, Zorrilla se estableció ‘a la puerta del manicomio’ y allí llegó a un trato con el editor Baudry para la edición de todas sus obras en dos tomos (que verían la luz en 1847), proyecto que, aunque no le supusiera beneficios económicos dignos de mención, sí le situaría en el más prestigioso escaparate del panorama europeo literario del momento, lo cual debiera impresionar y hacer reflexionar a su padre. En París, además de trabajar en su poema ‘Granada’ y escribir para la ‘Revue des Deux Mondes’, José Zorrilla entabló amistad con Alejandro Dumas (padre), George Sand, Musset, Gautier… Pero en diciembre de aquel mismo año iba a acontecer uno de los episodios que enlazan con ese lado ‘misterioso’ de la vida de Zorrilla que tan especial le hace. Llevaba consigo el poeta un nécessaire de ébano con espejo, que utilizaba a diario para hacerse la barba. Un día, al regresar a su habitación en el Hotel de Italia, encontró roto el mencionado espejo. Y horas después, nuestro poeta recibía carta de su padre: «Pepe, tu pobre madre ha fallecido hoy a las tres de la madrugada; tú verás si te conviene venir a consolar a tu afligido padre».

19.- Tras recibir la noticia de la muerte de su madre, Zorrilla regresó a España (febrero de 1846) con el propósito de reconciliarse con su padre, que se encontraba en Torquemada. Allí se reencontraron y estuvieron juntos hasta que el poeta hubo de viajar a Madrid para atender asuntos de la edición de su gran poema ‘Granada’. Durante el resto del año, Zorrilla –acompañado de su esposa Matilde, por deseo expreso de su padre–volvió varias veces a Torquemada. No es que las cosas se hubiesen arreglado en el matrimonio… Quizás Zorrilla, en su afán por conseguir la aceptación paterna, aceptara una tregua conyugal para complacer a su progenitor. Zorrilla había cumplido ya 30 años pero, a decir de la crítica, su lado infantil no le había abandonado: «hace ejercicios gimnásticos y juegos del malabar o se entretiene con un macaco, o da cuerda a una caja de música o se pasa las horas muertas tirando a la pistola. Para escribir elige el aposento más reducido de la casa, se coloca frente a la pared y así canta con mágico astro» (Ferrer del Río).

20.- Entre 1847 y 1849, Zorrilla produjo y estrenó obras dramáticas de primer nivel: ‘El rey loco’; ‘La reina y los favoritos’; ‘La calentura’; ‘El puñal del godo (segunda parte)’; ‘El excomulgado’; ‘El diluvio universal’; y, por fin, la que a juicio de los especialistas en literatura es su mejor texto teatral: ‘Traidor, inconfeso y mártir’ (1849).En París, el famoso editor Baudry publicó dos volúmenes de obra de Zorrilla (1847) y en 1848 la Real Academia Española promovió la entrada en ella de nuestro poeta, si bien el proceso no se vio culminado por no presentar en tiempo Zorrilla su discurso de ingreso. Zorrilla estaba en lo más alto, pero su frenética actividad iba a verse sacudida por un nuevo suceso luctuoso, del que tuvo noticia, una vez más, por carta: la muerte de su padre, en Torquemada, el 16 de octubre de 1849; sin reconciliación ni acercamiento hacia su hijo. Poeta y huérfano a los 32.

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