26.- Tanto en Recuerdos del tiempo viejo como en La flor de los recuerdos, Zorrilla da buena cuenta de la travesía a bordo del Paraná. La primera noche en alta mar «fue la más triste de su poquísimo alegre vida» y el poeta «lloró envuelto en su capotón de viaje». El barco hizo escala en Jamaica, donde José Zorrilla fue invitado a comer por el expresidente de República Dominicana, Buenaventura Báez, quien intentó sonsacarle los detalles sobre cómo compuso su serenata a la emperatriz de Francia Eugenia de Montijo…
Eugenia de Montijo se había casado con Napoleón III a comienzos de 1853. Con este motivo, los poetas españoles quisieron reunir en un álbum diversas composiciones en su honor, a modo de obsequio; y se corrió el rumor de que el Gobierno español no veía con buenos ojos la iniciativa; a pesar de lo cual, Zorrilla compuso para ella su famosa Serenata morisca, porque algo había oído sobre que los nuevos emperadores iban a concederle la ‘legión de honor’. La cosa se frustró, decía Zorrilla que porque alguien les hizo saber que «era un hombre de mala conducta que no hago vida con mi mujer».
27.- José Zorrilla llegó a Veracruz, México, el 9 de enero de 1855 y nada más desembarcar tuvo noticia de que se habían difundido por la capital unas quintillas, presuntamente firmadas por él, en las que el poeta habría difamado sin pudor al país, a sus naturales y a su presidente. A pesar de ello, la prensa mexicana lo recibió con entusiasmo y no tardaron en sucederse las recepciones y fiestas convocadas en su honor.
A poco de su llegada, Zorrilla fue presentado al mismísimo presidente de la república, Antonio López de Santana, en mitad de una reunión de su Consejo de Ministros; momento que el autor aprovechó para hablar en su descargo por lo de las famosas ‘quintillas’. Aclarado el asunto, el presidente Santana le dijo:
«– […] el Sr. Zorrilla no tiene más que decirnos lo que espera del Gobierno de Méjico y de su presidente en particular.
A lo que Zorrilla repuso:
– […] que le asegure de la exaltación patriótica del pueblo, tal vez mal convencido aún de su inculpabilidad, para no recibir insulto público y habitar tranquilamente en el territorio».
Y así comenzó la larga estancia de nuestro poeta en tierras mexicanas…
28.- Cuando José Zorrilla llegó a México en enero de 1855, estaba a punto de cumplir 38 años. Durante los cuatro primero años de estancia en el país hizo amistades y pasó largas temporada en los Llanos de Apam, donde vivió una nueva historia de amor con una mujer llamada Paz. En otoño de 1858, viajó desde México a Cuba con el librero y editor Cipriano Cagigas, con quien le unía una gran amistad y junto a quien esperaba ampliar la difusión de sus obras. Sin embargo, Cagigas enfermó de vómito negro al poco de llegar a La Habana y falleció, causando un hondo pesar en el poeta que se vio en un país extraño, falto de caudales y sin más apoyo que los brazos de su musa. Por si fuera poco, Zorrilla sufrió en aquellos días el primer amago de la epilepsia que lo acompañaría toda su vida.
Poco a poco, con ayuda y el apoyo de algunos benefactores y amigos, Zorrilla comenzó a escribir y a escribir; hasta dar a la imprenta un nuevo tomo de La flor de los recuerdos, dedicado a Cuba (había publicado y dedicado el primero en México). Y en marzo de 1859, estuvo en disposición de embarcar de vuelta a tierras mexicanas.
29.- Zorrilla vivió en México, ininterrumpidamente, desde su regreso de Cuba en marzo de 1859 hasta mediados de junio de 1866. Otros siete años largos… Durante este tiempo, el escenario político de México sufrió muchos vaivenes, alguno tan inverosímil como la instauración de un auténtico imperio –por expreso deseo del mismísimo Napoleón III– en 1864, presidido por Maximiliano I y su esposa Carlota. Zorrilla entró en relación con el emperador en el mes de noviembre de ese mismo año, cuando éste realizaba un viaje por los Llanos de Apam donde residía el poeta por aquellos días. Maximiliano y Zorrilla trabaron amistad enseguida, de suerte que Zorrilla no tardó en trasladarse e instalarse en la corte. En mayo de 1866, Zorrilla fue nombrado ‘lector del emperador’ y meses después, en noviembre, se inauguraba con Don Juan Tenorio el nuevo ‘Teatro Nacional de México’, del que el poeta fue nombrado director.
Por cierto que en aquella función de Don Juan, el personaje de Ciutti fue interpretado por una señorita…
30. Como hemos visto, Zorrilla fue nombrado director del nuevo ‘Teatro Nacional de México’ en mayo de 1866. Lo que no se ha dicho aún es que, en octubre de 1865, Florentina O’Reilly había fallecido en Madrid, víctima del cólera. Zorrilla había, por lo tanto, enviudado. En junio de 1866, el poeta no pudo ya demorar más el viajar a España para arreglar sus asuntos y se puso en camino: La Habana, Saint-Nazaire, Paris, Lyon, Avignon, Nimes, Perpignan… y, por fin, el 19 de julio de aquel 1866, Barcelona.
Cuando se corrió la voz del regreso de Zorrilla a la patria, el escritor Pedro Antonio de Alarcón le daba la bienvenida desde las páginas de la memorable revista madrileña ‘Museo Universal’: «Diez y ocho años han transcurrido desde que nuestro gran Zorrilla abandonó el suelo de España. […] Durante este tiempo han muerto muchos hombres ilustres, maestros o camaradas del poeta ausente; han aparecido otros genios, justamente reputados en el mundo de las letras; han pasado y han surgido escuelas literarias; se han operado cambios radicales en la sociedad española; […] y, sin embargo, todos y todo, poetas y lectores, generaciones y escuelas, han reservado [a Zorrilla] la parte del león en la popularidad y la gloria».
Zorrilla iba camino de cumplir los 50…