Hay palabras que, por su semejanza gráfica con otras, pueden jugarnos malas pasadas…
Por ejemplo: prever y proveer. Con demasiada frecuencia se nos escapa “preveer” (que no existe; repito: NO existe).
En cambio -¡mira tú!-, sí está bien dicho y escrito: garabato y garrapato; con prácticamente el mismo significado. Es decir: garrapato NO es el masculino de garrapata. Y no hay sexismo que valga…