En la sociedad indígena de las Antillas Mayores era habitual asar la carne sobre una parrilla fabricada con palos de madera verde, que se colocaba sobre un hoyo hecho en la tierra, en el que se habían metido las brasas. Las ramas verdes producían mucho humo, de forma que la carne se ahumaba y esto alargaba mucho su tiempo de conservación.
Pues bien, en la lengua taína hablada en aquellas islas, a esta parrilla se le llamaba “barbacoa”; así, tal cual. La RAE nos dice que una “barbacoa” es una «parrilla usada para asar al aire libre carne o pescado». ¡Todo un préstamo lingüístico!