En la antigua Roma, un “triunfo” era el desfile con el que se premiaba a quien conseguía una determinada “victoria”. En el cortejo desfilaban autoridades, sacerdotes, músicos… Había “triunfos mayores” y “triunfos menores”. En los “mayores”, el vencedor entraba en Roma en un carro y en su honor se sacrificaba un toro. En los “menores”, el vencedor entraba a caballo o a pie y se sacrificaba una oveja. Una ovis. De ahí el significado de “ovación”, que para la RAE es una: «Aplauso ruidoso que colectivamente se tributa a alguien o algo».