Conocimos a don Miguel en las muchas fiestas que Paco, del restaurante La Criolla, organizaba con motivo de la inauguración de diferentes salas de su restaurante dedicadas a personalidades de Valladolid. Allí tiene don Miguel su sala y también Rosa Chacel, Joaquín Díaz, Lola Herrera, Marienma y Roberto Domínguez.
Don Miguel siempre asistía a estas fiestas, favor especial que hacía a su amigo Paco, pues no era habitual que nuestro ilustre escritor frecuentara este tipo de actividades. Don Miguel, siempre afable, nos saludaba atentamente y siempre tenía algún comentario sobre qué tal nos iba en nuestra actividad. Él era, entre otras muchas cosas, un enamorado del mundo rural y de sus tradiciones.
En aquellas fiestas Paco contrataba algún músico que amenizara las veladas. No era nuestro caso, pues acudíamos en calidad de amigos, aunque dada nuestra condición y lo fáciles que hemos sido siempre de convencer, acabábamos cantando algunas canciones a petición de los asistentes. A don Miguel le agradaba especialmente escuchar el Romance de La pobre Adela y nosotros, orgullosos de que así fuera, estábamos encantados de cantarla y además dedicársela. Tal era su gusto por el romance que no se iba de la fiesta hasta que la hubiéramos cantado. De hecho, cuando la cosa se prolongaba y no habíamos empezado, nos mandaba un propio que nos decía: Dice don Miguel que si podéis cantar La pobre Adela que ya quiere marcharse. Ni que decir tiene que a nosotros nos faltaba tiempo para complacerle.