En el antiguo Egipto, a los esforzados trabajadores del imperio se les pagaba a menudo con “sal”, que era considerado como un auténtico “oro blanco” que permitía algo tan esencial como la conservación de la comida, en un tiempo sin frigoríficos ni congeladores… En Grecia y Roma también se estiló esta práctica y, de hecho, fue allí dio origen al término salarium.
En el español de nuestros días, “salario” es, según la RAE, la “cantidad de dinero con que se retribuye a los trabajadores por cuenta ajena”.