Mis padres estudiaron Comercio en la calle de la Estación, en Valladolid, donde Delibes era profesor. Así que en la orla de ambos, allí está él. Mi madre era una gran lectora y desde su paso por la escuela, una gran admiradora de su “querido profesor”; que así le llamaba. Ella me aficionó a leer sus libros. Además, vivíamos en el centro y de vez en cuando le veíamos pasear por el Paseo de Zorrilla, y mi madre siempre le saludaba y él devolvía el saludo. Mi recuerdo de él es que era un hombre campechano, correcto, elegante. Siempre con su abrigo verde y, al final, su bastón, pero siempre por su Valladolid del alma.